The Commodore Club – North Carolina (Usa)
Suspendido entre el agua y el cielo, The Commodore Club no es un restaurante cualquiera, sino una auténtica proeza de ingeniería náutica y diseño contemporáneo. Anclada a lo largo del Intracoastal Waterway en Carolina del Norte, esta estructura flotante de 6000 metros cuadrados alberga un exclusivo club social , donde cada detalle habla el lenguaje del mar y el lujo de alta gama.
Dos plantas de vidrio y acero que dialogan con el horizonte, creando una experiencia arquitectónica sin precedentes donde la frontera entre interior y exterior, entre tierra y mar, se funde en un juego de reflejos y transparencias.
Pero la verdadera magia se obra en el interior. Aquí, el homenaje al mar circundante se traduce en un refinado lenguaje de diseño, donde las suaves curvas de la arquitectura naval se mezclan con los tonos cálidos del latón, la profundidad de la madera y los preciosos matices que evocan joyas sumergidas.
El corazón palpitante de esta narración es la coctelería, un sofisticado homenaje al universo marino: aquí, la mirada se eleva hasta un techo que se transforma en un imaginativo telón de fondo, gracias al motivo Jellyfish de Instabilelab. Una envolvente interacción de formas acuáticas de colores brillantes y reflejos metálicos, posible gracias a la impresión sobre sustrato Prestige Gold, que amplifica la dimensionalidad y el brillo del diseño, acentuado aún más por la iluminación perimetral empotrada.
Entrevistamos a Marika Caraganis, responsable del proyecto realizado, para descubrir el trasfondo creativo y técnico de esta extraordinaria intervención.
– The Commodore Club representa un interesante reto de diseño: crear un ambiente de lujo en una barcaza anclada, donde la arquitectura contemporánea dialoga con el patrimonio marítimo. ¿Cómo trasladó esta dualidad conceptual al interior y qué papel desempeñó el medio acuático circundante a la hora de definir sus opciones de diseño?
Siempre me ha atraído la opulenta elegancia del movimiento Art Déco. El Commodore Club me dio la oportunidad de incluir un revestimiento mural de inspiración Art Déco dentro de una estructura contemporánea. El entorno marino hizo que este contraste fuera aún más fascinante. El mar puede ser un remanso de paz, pero también puede cambiar repentinamente. Presentar un diseño algo inesperado es el detalle perfecto para este tipo de ambientes.
– La decisión de instalar motivos de medusas en el techo de la coctelería es audaz desde el punto de vista escénico y compleja desde el punto de vista técnico. ¿Qué le llevó a optar por esta solución «aérea» en lugar de una aplicación mural tradicional, y cómo imaginó la interacción entre los motivos marinos y la experiencia sensorial de los huéspedes?
Cuando estábamos trabajando en el diseño arquitectónico del interior, sabía que quería un techo empotrado con un elemento decorativo. No me parecía que un fresco pintado a mano pudiera estar a la altura de la sofisticación del espacio. Como ya había utilizado Instabilelab en varios de mis proyectos recientes, sabía que mis queridos amigos de Edition Home me ayudarían a encontrar el diseño perfecto. Consideramos el motivo Yvonne, que representa corales, pero el movimiento de las medusas en Jellyfish evocaba la sensación de un observador bajo el agua. Con este papel pintado colocado en el centro del salón de la segunda planta, podía imaginarme con una copa en la mano, al atardecer, perdiéndome en la escena… me parecía perfecto.
La mayor dificultad, a nivel técnico, fue decidir en qué dirección instalarlo. Me encanta el papel pintado en los techos, es un lienzo que a menudo se deja en blanco. El diseño debe realzar cada momento y cada espacio, no solo los obvios.
– El soporte Prestige Gold confiere a los motivos Jellyfish dimensionalidad y brillo metálico, acentuados por la iluminación perimetral empotrada. ¿Qué características específicas de este medio determinaron su elección frente a otras opciones? ¿Cómo calibró el diseño de la iluminación para realzar al máximo el efecto reflectante del material?
La hora dorada es un momento muy especial del día, sobre todo cuando te encuentras en un oasis de cristal suspendido sobre el agua. El soporte Prestige Gold fue una elección natural: me encanta la textura y el brillo que aporta a las imágenes. Para mantener ese mismo tono cálido, ajustamos la mayor parte de la iluminación interior a 2700K.
– Jellyfish evoca una imagen marina vibrante y refinada, pero también es una elección atrevida para un entorno de lujo. ¿Qué mensaje quería transmitir con este motivo y cómo se relaciona con el contexto geográfico y cultural de Carolina del Norte?
Las medusas siempre me han fascinado profundamente. Su movimiento fluido, sus colores y sus texturas son increíblemente bellos y únicos. Son conocidas por su extraordinaria resistencia y su capacidad para confiar en el flujo natural de la vida. Este proyecto representaba exactamente eso, para mí y para todos los colaboradores implicados.
The Commodore Club demuestra cómo el diseño contemporáneo puede superar los límites convencionales, convirtiendo las complejidades técnicas y las limitaciones contextuales en oportunidades de pura expresión creativa. Diseñar la decoración de una estructura semiflotante, donde cada elemento debe dialogar con las formas y colores del entorno marino, requiere una visión audaz y una habilidad técnica poco común . La instalación del motivo Jellyfish en el techo de la coctelería representa a la perfección esta filosofía de diseño: una elección que da un vuelco a la costumbre, transformando una superficie a menudo descuidada en protagonista absoluta de la experiencia espacial.
En este contexto, la colaboración con Instabilelab resulta crucial, no solo por la calidad técnica de las soluciones ofrecidas, sino por la capacidad de apoyar visiones ambiciosas con flexibilidad y competencia. Prestige Gold se convierte así en el soporte que permite materializar una idea visionaria, transformando el techo en un fondo marino inmersivo donde los invitados pueden perderse mientras toman una copa.
The Commodore Club no es solo un club social exclusivo , sino una demostración de cómo el espacio puede convertirse en algo emocional.
Fotos cortesía de Commodore Club